Las hojas del calendario corren a un ritmo veloz. Sin apenas darnos cuenta vamos tachando los días vividos hasta que tenemos que cambiar de página porque otro mes ha comenzado. A pesar de todo, existe una fecha, donde todo se detiene, aunque sea por una ínfima milésima de segundo: el día de nuestro cumpleaños.
“Feliz vuelta al sol”, “Feliz vida”, “Feliz cumpleaños”, son frases que solemos escuchar en nuestro día especial, día en que cumplimos un año más, o, un año menos, como queramos verlo.
Hay gente que suele hacer balance de su año vivido el día 31 de diciembre, a mí, en cambio, me gusta hacerlo el día de mi cumpleaños. ¿Qué he aprendido en este año?, ¿En qué aspectos he mejorado y en cuáles otros puedo mejorar?, ¿Qué errores puedo corregir y, a la vez, aprender de ellos?, ¿Qué he aprendido?, ¿Qué debo agradecer?, ¿Con qué momentos deseo quedarme? Son preguntas que aparecen por mi mente como forma de arrastrarme hacia la reflexión, introspección y conexión conmigo misma. Creo que no hay mejor regalo que me pueda hacer a mí misma que escucharme, conectar con mi interior y darme el lugar que merezco ocupar.
La vida camina deprisa, casi sin darnos cuenta. La vida no es más que un viaje que hay que transitar, aprovechándolo al máximo, en el cual nuestra única meta es ser felices, y eso se consigue rodeándonos de la gente que nos ama verdaderamente y que nos hace sentir bien. La felicidad no se halla en otro lugar que en la paz interior.
En este nuevo año que comienza para mí solo pido seguir teniendo a mi lado a la gente que quiero y que me quiere de verdad, seguir teniendo la capacidad de la gratitud porque eso hace que atraigamos más cosas por las que sentirnos agradecidos y, por último, seguir teniendo la fuerza y valentía para seguir luchando por alcanzar mis sueños.
¡Ah! y, se me olvidaba: también pido tener mucho tiempo para seguir leyendo mis libros.
Nos leemos pronto.
Para mí, de mí: Feliz cumpleaños.
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