jueves, 16 de noviembre de 2023

Reseña de la novela "El tren de los niños" Viola Ardone (2019) ATENCIÓN: CONTIENE SPOILER.

 

El tren de los niños cuenta la historia en primera persona de Amerigo Speranza, un niño de 7 años que vive junto a su madre Antonietta en un barrio pobre de Nápoles. La historia se ubica temporalmente en 1946, en la posguerra italiana.

 

El Partido Comunista instaurado en el país europeo, decide realizar el traslado de más de setenta mil niños desde la ciudad, con la finalidad de que los mismos sean recibidos de manera temporal en familias del Norte. Todo esto tiene el propósito de que dichos niños puedan tener una oportunidad de vida mejor,  siendo cuidados, alimentados y vestidos por las familias que los acogen, arrancándolos así de la miseria que los rodea.

 

Nuestro pequeño protagonista Amerigo, sin oportunidad de opinar al respecto, será llevado junto a muchos otros niños, entre ellos sus amigos Tomassino y Mariuccia, en un tren que lo llevará del sur al norte de Italia a  comenzar una nueva vida, dejando atrás la pobreza y a su única familia: su madre Antonietta.

 

Un personaje fundamental en esta novela será Maddalena Criscuolo una mujer aguerrida y determinada que luchó a sangre y fuego contra los alemanes, una mujer de la vida real, que busca hacer entender que la mejor decisión que pueden tomar las madres, es dejar ir a sus hijos. Les hace sentir la confianza de que no los perderán, sino que es la oportunidad de que puedan sobrevivir y tener esperanza en el futuro.  Es así como Antonietta decidirá dejar marchar a Amerigo para que este pueda tener una vida mejor, la cual no puede ofrecerle.

 

 


Una vez en el norte, Amerigo junto a todos los otros niños deben esperar en una sala a expensas de que las familias elijan con qué niño desean quedarse. Amerigo será el último elegido, hecho que me generó tristeza.  Es así  como Amerigo emprende esa nueva vida junto a Derna, una mujer soltera y sin hijos, que le dará a Amerigo cosas que no pudo tener junto a su madre Antonietta: comida caliente, vestimenta y zapatos nuevos, formación escolar, sentimiento de pertenencia a una familia que le brinda mucho amor.  Uno de los momentos más bonitos ha sido cuando la familia Benvenutti le regalan un violin hecho a mano y grabado con su nombre: Amerigo Speranza . Este regalo marcará un antes y un después en la vida de nuestro pequeño protagonista ya que le inculcan una pasión por la música que le acompañará para el resto de su vida.

 

El hecho de disfrutar de todas estas cosas, genera en Amerigo un sentimiento de culpabilidad ya que ve en ello una forma de traición hacia su madre, a la cual quiere más que a nada en el mundo y a la cual extraña a pesar de la pobreza que le rodea con ella. Para Amerigo, su madre es lo único que tiene en el mundo ya que su hermano mayor murió y su padre, según le ha contado su madre, viajó a América y ya no supieron más de él.

 

 

A pesar de ello, Amerigo comenzará a disfrutar de su nueva vida norteña y creará vínculos con su nueva familia difíciles de olvidar.  Pero como todo en la vida lo que llega, también se va. Amerigo tendrá que volver al sur, junto a su madre, dejando atrás esa ilusionante vida para volver a la miseria.

 

 

Al volver,  Amerigo choca con la triste realidad de sus orígenes y no puede evitar sentir ganas de regresar junto a Derna y a la familia Benvenutti. A pesar de estar junto a su madre Antonietta, nuestro protagonista se da cuenta que esa no es la vida que quiere vivir ya que él, como cualquier niño, desea tener una oportunidad de vida mejor.  Acontecerá  un hecho que hará que Amerigo deje a su madre y vuelva a montarse en un tren rumbo de nuevo al norte.


 

 

 De este acontecimiento viajamos a 1994 donde se nos presenta a un Amerigo hecho ya un hombre de 55 años que, regresa de nuevo a Napoles, ya que su madre ha fallecido de forma repentina. Narrado, de nuevo, en primera persona,  se nos presenta a un Amerigo maduro que debe enfrentarse a las consecuencias de las decisiones que marcaron su pasado y a ese reencuentro que vive con su infancia y con el recuerdo de su madre ya fallecida.

 

 

 

 

Se nos plasma un Amerigo, convertido en violinista profesional pero arrepentido por haber dejado a su madre por un futuro mejor.  Será en este reencuentro consigo mismo donde veremos a nuestro protagonista reconociendo sus errores, perdonando y perdonandose a sí mismo. A pesar de huir, como huyó, Amerigo jamás olvidó a su madre ni dejó de quererla.

 

Sin ninguna duda, es una novela llena de sentimientos y emociones. En la primera parte del libro, es inevitable no reírte con las hazañas que vive Amerigo o no empatizar con la narración de un niño ingenuo e inocente que, sumido en la pobreza, no puede evitar desear una vida mejor. En la última parte, nos encontramos con sentimientos más profundos como son la añoranza que se genera al regresar al lugar de tu niñez, el duelo por el fallecimiento de una madre, la nostalgia, la culpabilidad por las decisiones tomadas...

 

El libro está basado en hechos reales y refleja claramente y muy bien lo que era la Italia de la posguerra y el fascismo de Mussolini. Además no solo eso, sino también la fuerte brecha social y económica que había (y que en parte sigue) de la vida en el norte y la vida en el sur una zona que trata de recomponerse batallando ahora contra enemigos más peligrosos: el hambre y la pobreza. Una historia de supervivencia, nostalgia y valentía, del dolor desgarrador por la separación, pero sobre todo de solidaridad y de caridad, que nos ofrece una elocuente visión del desequilibrio económico de un país partido en dos, con un sur desfavorecido y decimonónico y un norte proyectado hacia el bienestar .

 

 Se trata de una historia muy íntima en donde sus personajes deben aprender a renunciar, para poder sacar provecho de las oportunidades que se presentan, pero también nos habla de amor, de vínculos que no se destruyen, de esa familia que no necesariamente es de sangre.

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