Hola lectores, hoy os traigo la reseña de mi última lectura. He de reconocer que empecé con una expectativa bastante alta esta lectura, bien sea por el título, por la imagen de la portada que me parece preciosa, o bien por su sinopsis. Sea como fuere, comencé a leer la novela con bastante entusiasmo e ilusión, pero ya os adelanto que, aunque ha habido fragmentos que me han gustado, ha habido otros que me han decepcionado, dejándome, finalmente, un sabor agridulce.
Sinopsis:
No te veré morir, cuenta la historia de un reencuentro entre Gabriel Aristu y Adriana Zuber, que fueron amantes apasionados en su juventud durante los años 60. Tras separarse por circunstancias de la vida, él se va a Estados Unidos y ella se queda en una España gris durante la dictadura, sin verse durante casi medio siglo.
Análisis de la obra:
Antonio Muñoz Molina usa en esta novela un narrador omnisciente que va adquiriendo diferentes voces conforme avanza la historia. Esta técnica narrativa puede desorientar un poco al lector, pero también le brinda la oportunidad de conocer la historia desde diferentes prismas.
La forma en que el autor narra es una prosa preciosa, de esas que te hacen detenerte porque describe las cosas con una sensibilidad muy particular.
La novela arranca con un comienzo algo caótico: el lector se enfrenta a un flujo continuo de pensamientos, donde no hay ni un sólo punto, solo comas, lo que dificulta entrar en la trama. Una vez superado ese fragmento inicial, aparece la voz de uno de los narradores, volviéndose todo más claro y comprensible. Aún así, conforme avanzaba, he tenido la sensación de que había ciertos detalles y situaciones que se repetían demasiado, pudiendo ser otra técnica del autor, como forma de reflejar cómo actúa la memoria del ser humano: caótica, repetitiva y errante.
El libro explora temas muy potentes: la emigración, el sentirte extranjero tanto al país al que llegas como al que dejas atrás, la memoria de las personas que han marcado nuestra vida y que, como fantasmas, nos acompañan siempre, la culpa y el desencanto de la vida, el profundo contraste entre EEUU y la España de posguerra, la vejez, la enfermedad y el desamparo que a veces llega con el tiempo. También está el dolor de un hombre que arrastra la pérdida de su hija y un pasado que nunca termina de resolverse. Son temas que me han parecido muy interesantes pero que el autor los deja flotar, sin profundizar realmente en ellos.
La historia, en el fondo, nos habla de dos personas que se quisieron pero que la vida y las decisiones separaron, y que, cuando la vida los vuelve a juntar, ya es demasiado tarde. Ella le pide a Gabriel Aristu un gesto extremo, y él tendrá que decidir si hacerlo o no.
Sin hacer mucho spoiler, os diré que, bajo mi percepción, no hay una evolución real de los personajes, sino que están como atrapados en su propio círculo, cada uno con sus miserias, errores y defectos.
Lo que más he valorado es la forma en la que está narrada la historia, Muñoz Molina escribe muy bien, eso es innegable. Pero, aunque he disfrutado de su estilo, la historia me ha resultado un tanto insustancial. He terminado el libro con la sensación de que la trama tenía potencial y sus temas son muy interesantes, pero que el desarrollo que el autor les da, no los acaba de aprovechar del todo.
En resumen, una lectura bonita por la manera en que está escrita, pero que a mí, personalmente, no me ha emocionado ni me ha dejado huella.